12 de septiembre de 2009

La Milonga de las Raciones Inamovibles


Aprovecho este texto que escribí para la web de mi amigo Rafa (comersinmilongas.com), para reanudar, si es que puede ser, la sana costumbre de escribir un ratito de vez en cuando. Ahí va la reentrée:

Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, “indivisible es todo aquello que no admite división, ya por ser esta impracticable, ya porque impida o varíe sustancialmente su aptitud para el destino que tenía, ya porque desmerezca mucho con la división”.

En el mundo de la restauración, muchos profesionales obvian este concepto y siguen ofreciendo a sus clientes raciones de croquetas, albóndigas, empanadillas, rollitos, etc. que siempre contienen el mismo e inamovible número de elementos, con independencia del número de comensales dispuestos a degustarlos.

Así, si se te ocurre ir de cena con tu pareja, tu cuñado y su mujer, y ese amigo al que le acaba de dejar la novia, tienes muchas probabilidades de encontrarte con una sólida, monolítica e indivisible ración de tres croquetas. Siendo fieles a los enunciados de la Real Academia, su división es impracticable, ya que no podemos dividir tres entre cinco y, si lo intentamos, variamos sustancialmente su aptitud para el destino que tenían, es decir, disfrutar de un buen bocado de croqueta, y encima el aspecto de ésta desmerece mucho con la división. El resultado de la ecuación es cien por cien indivisible.

El bodeguero se aferrará a que el precio calculado para la ración obliga a que ésta contenga un número determinado de unidades, lo cual es fácil de resolver cobrando por unidad y no por ración. Además, a mi me parece que la cosa tiene un aire de mal gusto, o de mala educación, e induce una situación un tanto incómoda apenas aliviada por el sacrificio de ese comensal (en este caso, el amigo “depre”) que surge de entre la masa (o la mesa, de cinco) y grita: “no os preocupéis, a mí no me apetece”. ¡Brrr, qué rabia! ¿Por qué no soy nunca el que toma el papel de héroe…?

En fin, yo propongo a esos profesionales de la restauración que truequen la indivisibilidad por la equidad que, en palabras de nuestra amiga la Academia, es esa “disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece”, y de esta manera cada parroquiano tenga su croqueta merecida.

La foto es cortesía de Mariscos Oviñana.