30 de octubre de 2005

Robinson sin Viernes


Acabo de hacer una miniestadística de este blog, y me he dado cuenta de que cuando el tema tratado es una chorrada, los comentarios pueden llegar a 16 ó 17, pero cuando el tema es un poquito más serio, con suerte llegan a 4 (a cuyos autores agradezco infinitamente su fidelidad, je, je). Lo que me intriga es si esto es producto de la casualidad, de la falta de calidad del texto, o de la falta de interés del público, habitual o no del blog, por los temas tratados.

Excepto en el primer caso, en el que la intervención humana es nula, la verdad es que preferiría un comentario de crítica antes que el casi absoluto e indiferente silencio. Por un lado espero que mis amigos me hagan ser consciente de mis errores, y por otro, me gustaría saber, tanto de amigos como de extraños, opiniones al respecto de temas que a mi me han llevado a escribir un post.

No sé si la marea y el viento cibernético harán que este mensaje en la botella en forma de post entre en la categoría estadística de chorrada o en la de tema un poquito más serio, pero lanzado queda. Ahora, como buen Robinson, me quedaré un ratito a solas con mis pensamientos.

26 de octubre de 2005

Fantasmas del Pasado


Hoy me ha llegado por email un texto del que he hecho un pequeño extracto. Y no porque sea una muestra de literatura ejemplar, sino porque al leerlo he sentido algo de miedo, la verdad. En él se da un decálogo de conducta anticatalanista, o más bien anti productos catalanes, y algo más. Juzgad vosotros:

PREGUNTA: ¿Qué tenemos que hacer los españoles con el Estatuto catalán?
RESPUESTA: Boicotear los productos catalanes... Hacer como ellos, defender lo nuestro...

PREGUNTA: Pero el resto de los catalanes no tienen la culpa de las tonterías de Carod Rovira y compañía?
RESPUESTA: No, no tienen la culpa pero no reacciona nadie a sus agresiones. La única forma de hacerse respetar y de hacer valer nuestros derechos es, simplemente, hacer como ellos, defender a muerte nuestros productos frente a los productos catalanes, es ni más ni menos lo que ellos hacen apoyados por su Gobierno. ¿Por qué no lo podemos hacer los demás? ¿Somos ciudadanos de segunda? En cuanto demos un primer paso claro y contundente en Cataluña volverá inmediatamente la sensatez y la solidaridad. Un toque serio de atención es la única forma de que entiendan de que en España no hay ciudadanos de segunda y que podamos volver a la normalidad de una España mas justa y solidaria.

REACCIONA Y HAZ LO MISMO QUE ELLOS, DEFIENDE TUS PRODUCTOS. DEFIENDE TU TIERRA....

...presiona en las tiendas, por ejemplo cuando te saquen cava catalán exige, como hacen ellos en Cataluña, que te vendan un cava no catalán...

(el subrayado es mío; qué ganas tenía de poner esta frase, je, je)

Esta soflama con forma de email, por un lado demuestra que tengo amigos de todos los colores, y por otro, que vivo en un sitio en el que sus habitantes han perdido la memoria y sus políticos la vergüenza. Ya había oído o leído comentarios similares, pero aún no iban acompañados de frases como "defender a muerte", "presiona" o "toque serio de atención", lo que demuestra que la cosa se está caldeando. Y la verdad es que me he asustado un poco. Conozco a algún que otro bosnio y serbo-bosnio, y todos cuentan amargas historias de su guerra y hablan de asesinatos entre vecinos que días antes compartían mesa y mantel en celebraciones familiares.

Quizá esté exagerando, pero ¿quién te dice que lo de Bosnia no empezó con soflamillas como esta? De todas formas, y aunque no llegue la sangre al Ebro, el clima social que están consiguiendo los politicuchos, bueno, lo que se dice bueno, no es para nadie.

¿La culpa? No sé, pero para mí todo se basa en la educación, en la escuela-instituto-universidad. Es la educación la que nos hace entender la importancia del respeto hacia posturas ajenas, del diálogo y del consenso. Y es precisamente la educación la cosa que más mal vista está en esa nuestra sociedad de Crónicas, Hermanos, Tomates, Salsas y demás acompañamiento.

Y luego pienso que este email me lo ha enviado un amigo con el que en infinidad de ocasiones he compartido risas, sufrimiento, mesa y mantel...

No me dan miedo los fantasmas. Me da miedo la oscuridad.

16 de octubre de 2005

El día que perdí un día

Me cambiaron de turno. Trabajaba de mañanas y me lo cambiaron por tardes. Alargué la estancia en la cama, me duché, comí, y salí con tiempo para que, al llegar, Carol, mi compañera de fatigas, me pasara los trastos. Ya en el garaje comprobé que no llevaba la cartera. Mierda.

Subo a casa, y comienzo a buscar. Primero en los sitios habituales, después cada vez mas aleatoriamente. No aparece. La chaqueta que llevaba ayer... ¿cuál era... la vaquera?... no, esa no. Era la otra, la impermeable gris... Pues no, dentro de esta tampoco está. Quizá cayó dentro del coche...

En el garaje no hay apenas luz. Busco a la palpa por el suelo y lo único que consigo es mancharme con la grasa de las guías de los asientos. Mierda. Y Carol esperando. Después de intentar reconstruir mentalmente cuáles fueron mis pasos ayer, desde la última vez que vi la cartera, definitivamente la doy por perdida y me voy al trabajo.

Llego tarde. Más mierda. Lo primero que hago es anular tooooodas las tarjetas, abusando de la paciencia infinita de Carol. Me pongo al tajo, en forma de trabajo farragoso, que además el tiempo demostrará inútil. Paso la tarde intentando no pensar en que si alguien ha encontrado la cartera, ha tenido toda la mañana para hacer uso de su contenido. Para acabarlo de arreglar, casi al final de la jornada, oigo un inconfundible repiqueteo en la ventana. Abro la cortina para ratificar mis sospechas: está lloviendo. Y yo, para llegar antes, he venido al curro en moto. Mieeeerda de día.

Decido cenar en el trabajo y esperar a que escampe. Ayer ya lo hice y sé que hay gente conocida con quien compartir mesa y sobremesa. Al comentar lo extraño que es últimamente para mi cenar dos veces seguidas en el trabajo, mis contertulios me advierten del error: no cené con ellos ayer, sino hace dos días. Esa es la clave, aunque yo en ese momento no me percate de ello.

Ya no llueve. Me voy a casa dándole vueltas en la cabeza al día de perros que está a punto de acabar, y a que no recuerdo dónde y qué cené ayer. Un presentimiento me hace buscar otra vez la cartera, y voy directamente a esa chaqueta, la vaquera, la primera que descarté. Efectivamente, en un bolsillo interior estaba ella, negra y reluciente, con toooodas esas tarjetas que no servían ya para nada.

De repente, en mi memoria se abrió un hueco que fue rellenado rápidamente por todos los recuerdos correspondientes a 24 horas de mi vida que, sin razón aparente, habían sido borrados: qué hice en el trabajo, dónde comí, las compras de la tarde... y qué ropa llevaba, claro.

Incluso recordé cómo, en ese día que estuvo unas horas desaparecido, viendo un concurso televisivo, acerté que la sintonía que se oía correspondía con el anuncio radiofónico de un detergente, allá en los años 30, y que yo oí por primera y única vez hará unos 6 años. Pensé: ¿de qué me sirve a mi recordar esta chorrada, si luego no consigo acordarme de dónde dejo la cartera?

Mejor será olvidar el asunto. La memoria a veces nos juega malas pasadas. A mi me hizo perder un día y a cambio, me encontré uno de perros.

PD: De todas formas, creo que los perros no han tenido nada que ver en esto. Al menos, que yo recuerde...