Hoy ha sido un día triste para mí: he llevado mi coche al desguace. Sí, como lo oyes. Ese coche que ha compartido conmigo 14 años de venturas y desventuras se ha quedado allí, solo, desamparado, esperando ser desprovisto de todo aquello digno de ser revendido, para después ser metido en una máquina de esas como las de las películas en las que lo dejarán reducido a un bloque compacto, que a mí, no sé por qué, siempre me ha recordado a las pastillas de Avecrem.
Y es que no puedo dejar de sentirme como un traidor. He tenido la desfachatez de ir montado en él al lugar donde lo harán desaparecer. Es que ha sido útil hasta el último momento, el angelito. Me ha llevado él a su matadero. Sí, matadero, porque el desguace tiene toda la pinta de un matadero. Si hasta el suelo está lleno de aceite, que como todo el mundo sabe, es la sangre de los coches...
La verdad es que no había más remedio; a su edad, y después de obtener un informe negativo en la ITV, las reparaciones son todo un despilfarro. Me hubiera gustado quedármelo como objeto decorativo, como escultura, o como coche clásico para pasear los fines de semana, pero ni siquiera con su aspecto más parecido a una pastilla de Avecrem me hubiera cabido en casa (y no hablo solo de forma, sino también de tamaño).
El otro día, cuando empecé a preparar la mortaja, es decir, cuando desmonté el rediocassette, los altavoces y todo aquello que aún podía tener utilidad, como el chaleco reflectante o los triángulos, ya me caía la lagrimita, ya. Es normal que esté jodido, ¿sabes? porque, además de no haberme dejado nunca en la cuneta, en su interior he viajado, trabajado, sudado, comido, bebido, leído, dormido, reído, amado, llorado... Y ese motor, ¡qué gozada! ¡qué sonido! Me seguía pareciendo música, como el primer día...
Incluso después de "muerto" será útil: gracias a él, el Estado me subvencionará con 721,21€ en la compra de mi nuevo coche. Ah, ¿no te lo había dicho? sí, sí, me he comprado un coche nuevo, preciooooooso, con dirección asistida y aire acondicionado y todo! ¡Más chulo...!
Espero que sea un digno sucesor de mi venerado Golf GTI del 91, y me haga olvidar que hoy he dejado un trozo de la historia de mi vida a la puerta de un desguace. El rey ha muerto. ¡Viva el rey!
PD: Tranquilo, sigo siendo republicano. Es sólo una licencia poético-monárquica.