Allí estaba él, en pleno mes de septiembre de 1928, estudiando los estafilococos como un poseso, cuando se dio de narices con un hongo, el Penicilium notatum, que no sirve para hacer tortilla, pero que mata bacterias cosa fina. Oh, gran descubrimiento. La humanidad ha de estarle agradecida.
La humanidad puede, pero lo que es mi padre no. Ni él ni tampoco Higinio, su compañero en la habitación 311 del hospital. Los dos son alérgicos a la penicilina, pero no es lo único que comparten. Los dos son, además, hipertensos, sordos, llevan dentadura postiza, tienen un personalísimo estilo de ronquido cuando duermen (he "disfrutado" estos días de memorables dúos) y nacieron en la misma década en la que Fleming le daba al Penicilium.
En el hospital no han hecho muchas migas, la verdad. Las cosas que les unen también les separan. La sordera y la obligación de quitarse cualquier tipo de prótesis antes de entrar al quirófano (o sea, ni dentadura ni Whisper XL), les han hecho imposible la comunicación. Ellos lo intentan, como personas bien educadas que son, pero después de dos o tres farfullantes mensajes lanzados al viento que no reciben respuesta, pues lo dejan y a otra cosa mariposa. Tampoco se lo toman a mal, ¿sabes?
Y es que no les hace falta. Tienen pocas cosas que contarse que el uno no sepa del otro. Los dos han ido llevando adelante, con mayor o menor éxito, sus vidas y las de sus familias, las vidas de aquellos que ahora les subimos el respaldo de la camilla o les controlamos la frecuencia de caída de la gotita del suero. Esos que ahora les observamos cómo miran a ningún sitio, pensativos, esperando la bajada al quirófano para que les reconstruyan alguna parte del cuerpo que les permita plantarle cara a la vida unos añitos más.
Para un escéptico como yo, a quien se le erizan los pelos de la nuca cuando oye cualquier comentario relacionado con cosas como boda, hijos, fundar una familia, etc., todo este ímpetu no deja de resultar desconcertante. Si, a pesar de todo, insisten en "quedarse", debe ser que la cosa merece la pena, ¿no? A mí, de momento, me parece que esta lucha constante tiene mucho mérito. Y más si se hace sin ayuda de la penicilina.
Lo dicho: jódete, Alexander.
PD: Mi padre también es alérgico a la resina epoxy, pero está tranquilo porque de momento no le han llamado para presentar el Bricomanía.
4 comentarios:
Muy grande, sí señor!!! Que se joda el guiri listillo ese... Y a vosotros, a los tres, mucho ánimo y un abrazo bien fuerte.
Asias, campeón!
Que se mejore pronto tu padre y el vecino de cama. Y como sabes si tienes alergia si no lo has probado.
¿Quieres casarte conmigo?
Lo de los hijos entre tú y yo será más difícil, pero con un poco de penicilina a lo mejor...
Me gustan con más tetas ;)
Gracias, Nómada. Nos debemos una gorda, creo. Fiesta, quiero decir, claro. Je, je!
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